Tuesday, November 14, 2006

Entrega 31

Lo primero que hice al llegar a Ljubljana, fue abrigarme. Porque a pesar de su relativa cercanía al mar Adriático, hacía un frió de justicia, rozando los 10 grados negativos en lo bueno del día, la una del medio día, y un viento que quitaba las ganas de salir del aeropuerto.
Mi primer día de trabajo, fue bastante agobiante, ya que era día dos de enero, y la gente tenía que llenar la nevera para comenzar el año. Cierto es, que en cualquier otra ciudad hubiese sido más estresante, pero en Ljubljana, gracias a que cuenta con un mercado de pequeños comerciantes, en la plaza del ayuntamiento, quita muchos problemas en las grandes superficies. Pero poco a poco, creo que acabara siendo como el resto de Europa, donde las grandes superficies comerciales van quitando clientes a los pequeños comerciantes.
Aunque bien sea dicho, lo de la plaza del ayuntamiento no dejaba de ser una gran superficie, con infinidad de productos alimenticios.
En el mes y medio que iba a estar de prueba, sería de lo más difícil, ya que se estaría trabajando con las dos monedas, Euro y SIT o Tolar, hasta verano.
Sí, parece de mentira, pero el Tolar era la moneda oficial de Eslovenia.
El lugar donde trabajaba estaba muy cerca de donde vivía, que era el noreste de la ciudad, en el barrio de Moste, un poco alejado del centro, pero al no ser muy grande no me importaba apenas.
Así, todos los días después del trabajo, los pasaba o corriendo con la bicicleta por las pistas nevadas que rodean la ciudad, o sentado en la plaza del poeta, mirando la estatua y el convento donde tenía alquilada la habitación Veronika, en el libro de Coelho.
Allá, uno de los primeros días, me pareció ver una cara conocida, la cara de la hermana de nuestro amigo, pero pronto supuse que sería por la cantidad de sensaciones bonitas que me pasaban por la cabeza, yo ahí sentado viendo al poeta, a los tres puentes juntos.
Ese mismo día, me quede más tiempo que el de costumbre, recuerdo que era sábado y no sabía por donde salir, también recuerdo que empezaba a bajar de los 12 grados bajo cero, cuando sube por las escalera una chica unos años más joven que yo, y me dedico una sonrisa que nunca podré olvidar.
Ella era como un ángel, con la piel más bien clara, casi del color de la leche, un pelo moreno y suelto por encima de los hombros. Su pelo era como trenzas, pero sin llegar a serlo, eran unos rizos muy pequeños, pero muchos.
Me empezó hablando en Esloveno, pero al ver que no entendía nada, comenzó a hablarme en un inglés casi perfecto.
-¡Hola! ¿Qué haces aquí tan solo? Deberías irte a algun sitio donde no pases tanto frío.- Todo esto con un sonrisa que no dejaba a nadie triste.
-Muchas gracias, pero estoy pensando en el tiempo que he pasado sin tener esta sensación.- dije con cara de felicidad.
-Te invitaría a que pasases a tomar un café, pero las mojas no permiten visitas masculinas.- me dijo con su melosidad
Yo simplemente sonreí, e hice mención de levantarme, cuando ella siguió hablando.
-Si quieres venir a tomar un café conmigo y mis amigos, he quedado en 10 minutos en un café aquí cercano.
-Ok, - dije yo, asintiendo con la cabeza.
Dos minutos después ya estaba ella, en la calle, y comenzamos a hablar. Bueno, ella hablaba y yo escuchaba, en el bar, al coger el café, mis dedos comenzaron a tener vida otra vez. Y al llegar sus amigos y amigas yo tuve que empezar a hablar, y a contestar sus preguntas, y decir las tres palabras que podía decir en esa mezcla de lengua balcánica con un poco de italiano.

No comments:

Post a Comment

Bueno pues parece ser que al final no fue para nada.
Déjame tu opinión. Muchas gracias y hasta la próxima.