Wednesday, October 25, 2006

Entregas 21 y 22

Pero no lo hice, no pude. Siempre me pasa lo mismo, y nunca me lanzo a la piscina. Y creo que todavía tengo ese sobre en el bolsillo de la chaqueta de cuadros, muy vieja y deshilachada que había heredado de mi abuelo.
El tiempo pasa inexorablemente a nuestros sentimientos, y a nuestros hechos.
Se terminaba la primavera, los días se alargaban, y un día ventoso nuestro amigo se despertó...
Su reacción, fue de sorpresa, y se llevo las manos ha la cabeza, supongo que seria por el golpetazo que se dio, y ser lo ultimo que recordaba.
Paso mucho tiempo dentro del hospital, una vez despierto, dado que tenían que volverle a enseñar andar y tener fuerza en el tren superior. Mientras tanto, nosotros, sus amigos, teníamos que volverle a mostrar la vida, tal y como era, por amarga que fuera, volverle a mostrar lo importante que es para nuestra vida, recordarle como se escribe, y los más importante enseñarle, objetivamente, a ser él mismo.
En un principio eras una docena y media de personas, al poco tiempo, dos semanas aproximadamente, sólo quedábamos 5 ó 6 personas (todos los días su padre y su madre, su hermana, otro amigo y yo, y unos tres días a la semana venía ella, “la amada”) a la camarera la vi por última vez, el día después de que despertase. No volvió por el hospital, ni yo volví por aquel bar.
Bueno, realmente si que volví a pasar por el bar, pero había pasado un tiempo respecto a la historia que nos lleva, y no llegue a entrar.
Siguieron pasando los días, a el otro chico se le acabaron las vacaciones y ya solo venía los fines de semana. Estaba llegando el mes de julio, y la hostelería llamaba a la puerta. Para mí el hospital era mi segunda casa, después del trabajo. Rompía mi agónica monotonía e inundaba mis tarde-noches de agradables conversaciones con los que ya podía considerar mi familia. Ellos me consideraban su hijo, y yo mis padres en esta ciudad extraña. Y luego estaba ella, la más bonita flor del jardín, la hermana de mi amigo, la única persona que me tocaba el corazón al decirme Hola, ella que me decía tato cuando yo le quería decir amor.
Pero ya lo mismo me daba, había aprendido a convivir con ella tal y como estábamos, algo que no querría cambiar por nada. Ellos tres vivían en la casa de mi amigo.
La vida de “la amada” estaba cambiando, quería asentar la cabeza, se había mudado a un piso más céntrico y pequeño, dejando a un lado la autopista, y escribía para un periódico local, que le daba para vivir relativamente bien.
Yo seguía trabajando en la misma pequeña oficina, sin más consuelo que el esperar a ver a “mi familia” al hospital.
Aunque todo se acaba, y al mismo tiempo que se acabó el mes de agosto, se acabo la terrible condena de mi amigo y le dieron el alta.
A mí me llegaron las vacaciones, y con la ciudad desierta, mi amigo que no quería ni podía salir de casa, decidí pasar mis 15 días en los parques, museos y bibliotecas de la ciudad, como un turista más, como un extraño más.
Estuvieron bien esas vacaciones introvertidas, en las que solo hablaba conmigo mismo, a excepción de los 2 viernes, que ya como costumbre nos reuníamos, antes en el hospital, ahora en casa de mi amigo ( “la amada”, el amigo hostelero, su novia y el hermano de esta, nuestro amigo, su hermana y yo).
El último domingo de mis vacaciones, la madre de mi amigo me invito a comer con ellos cuatro.
Menuda comilona, canelones y pollo asado con patatas.
Esa noche casi no había dormido, me rondaba una idea por la cabeza, y la iba a llevar a cabo.
Después de comer, nos quedamos los tres de tertulia, y aprovechando que sus padres se había ido a dormir la siesta, les conté mi idea.
Nuestro amigo no tardo en contestarme afirmativamente, y su hermana hizo lo mismo al oír la contestación de su hermano.
La idea era en irnos a un lugar lejano, coger el mapa y señalar un lugar al azar, y que este decidiese por nosotros.
Solo tenía que esperar a decírselo a mis jefes al día siguiente.
22
Y así lo hicimos, el lunes ellos a sus padres y yo a mis jefes, y una llamada a mis padres, para decirles que me iba a mudar otra vez, pero ahora lejos de aquí.
La noche se hizo eterna, el despertador nunca llegaba a la hora del despertar, para ir a trabajar. Y justo en el momento en que me comenzaba a dormir, sonó el teléfono.
-¿Quién es?- pregunté
-Yo- respondió mi amigo, nuestro amigo.
-¿Qué quieres?- seguí preguntando.
-He soñado con nuestro destino, y te lo tenía que decir. Es una ciudad hermosa, diferente, esta en pleno cambio(por lo que habrá trabajo), dicen que nunca duerme, lo malo es el idioma-.
-Ya se que ciudad es!!-Exclamé
-¿Y qué te parece?-
-No se, yo había pensado en Londres, pero....
-Un poco cara,¿no?- dijo, interrumpiéndome- aunque podemos ir a cualquier otra ciudad Inglesa, me han hablado muy bien de King Linn, esta ...
-Bueno, que en una hora me tengo que despertar para ir a trabajar, nos vemos esta noche- dije, despidiéndome.

Sonó el despertador, me desperté como si me hubiese dormido y no tuviese tiempo para nada. Tenía que llegar pronto a trabajar para poder hablar con mi jefe, ese que siempre me tenía renegado a actividades secundarías, siendo que cuando había que dar la talla yo la había dado y con creces.
Ahora era yo quien tenía que actuar, decirle mi intención y vivir con mi jefe pegado a mi, esperando a que las 3 semanas de trabajo se consumieran.
Hable con él, pareció no molestarle, y me mando a trabajar. Nunca más le hable, nunca antes le había hablado (pero él a mi sí). Ahora era el turno de esperar a que se hiciese la hora H para ir a ver a mis amigos.
No quedamos en su casa, ya que todavía no sabía la reacción de sus padres, ni de si ella tendría a alguien en el pueblo esperándola, desde que se marchó a cuidar a su hermano. El lugar al que fuimos me encantó, nunca había estado en un lugar así, era como volver al pasado, pero un pasado cercano. Era como volver allá donde todo el mundo quiere volver, el nombre “La bruja avería” en las paredes Naranjito, los fragel-rock, Mazinger-Z, ... en las pantallas pequeñas de televisión el juego Asteroids de ATARI.
Una vez allí....hablemos del destino, y surgieron lugares muy dispares, pero siempre originales y muy especiales.
-Nueva Zelanda
-Sydney
-Nueva York
-Amsterdan
-Berlín
-Londres
-King Linn
Fue una lluvia de ideas diciendo la ciudad y luego motivos por los que se criticaba la anterior y por último por los que se elegía.
Yo dije la primera y la última:
-King Linn, a Londres no porque es muy cara, esta bien pero es muy cara, y puestos a irnos a Inglaterra nos vamos a un lugar con más encanto, tranquilo, barato, a dos horas al norte de Londres y una hora de la playa, aunque si queremos playa nos vamos a la costa sur de Inglaterra.
Ellos dijeron que el primer destino estaba bien, y si pues cambiábamos y ¡Ya está!.De ahí, nos fuimos a mi casa, y nos sacamos los billetes. Ya estaba hecho, no había vuelta atrás. En estas mi amigo tuvo que irse a revisión al hospital, y su hermana se quedo conmigo.

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Bueno pues parece ser que al final no fue para nada.
Déjame tu opinión. Muchas gracias y hasta la próxima.