Friday, October 27, 2006

Entregas 23 y 24

Estuvimos allí los dos, hablando de nuestras vidas. Bueno hablo ella, ya que yo pronto acabé he hice lo que más me gusta, el mero hecho de escuchar.
Y claro que escuché, lo mucho que quería a su novio, que se volvía esas tres semanas al pueblo para estar con él, lo mucho que se acordaba de él y las veces que él vendría a donde ella estuviese.
Entonces cambiaron los papeles y yo le pregunte por qué se venía, que no tuviese miedo por su hermano, que yo le cuidaría, si tanto le quería ¿para qué dejarlo escapar?¿acaso quería acabar como su hermano, desdichado por unas malditas cartas?
Ella sólo calló. Y el nudo a mi volvió. Porque ella es quien habla y yo quien escucha, a veces escribe, y casi nunca actua.
¿Os he hablado de su hermana? No he dicho como es, pero es que es muy difícil de explicar algo así. Algo tan bello y hermoso, tan sabio y encantador, tan encantador que te encanta y atrapa. Su pelo es liso claro y no muy largo, su cara de muñeca de porcelana un poco tostada por el sol, con esas orejas pequeñas, que junto con esa perfecta nariz sujetan, a veces, unas gafas, las cuales no cambiarían nunca su posición justo enfrente de esos ojos como solo hay dos, el derecho y el izquierdo, su boquita de piñón y su cuerpo perfecto. Pero sobre todo sus ojos, unos ojos que al mirarlos puedes ver su inmensidad, su belleza, incluso su personalidad. Con ella se habla de cosas banales, de fundamentales, nos reímos cuando hablamos de cómo cambiar el mundo, nos reímos de mi, me enamoro de su sonrisa, coronada por sus ojos. Y me vuelvo a callar, mi garganta no deja a mi lengua moverse, y solo puedo escuchar, algo que se hacer muy bien.
Supongo que creerá que soy un poco tonto, que hablo poco, y cuando lo hago me confundo al hablar.
24: Un Adiós
Pero dejémonos de ella, ya que ahora estoy con ella (aunque no este conmigo). Serían los días más largos y tristes que recordaba desde hacia meses. Largos porque no hacia mas que pensar en el que ocurrirá en mi nueva vida, deshojaba el calendario poco a poco, hoja a hoja, hasta que llego el día D. Y tristes porque estaba solo, no tenía a nadie, y nadie quería estar conmigo. Pero llego aquel día, y llame a mi amigo y me contesto secamente que el no venía, que había hablado con su amada, y había llegado a la conclusión que no tenía que cambiar de vida tan drásticamente, y lo iba a hacer de otra manera, a su manera. El cambio era el irse con su amada de una vez, intentar que esa relación, en la que puso toda su esperanza en un pasado, ahora pudiese llegar a ser eso, una relación.
Así pues, me vi solo, él no venía y su hermana se había ido al pueblo con su novio, ¿para despedirse? Y yo en el aeropuerto, esperando un pequeño avión de bajo coste, con toda mi vida en una maleta y mi mochila. Justo en ese momento, en mi MP3 sonaba “Se equivocaron contigo” de Quique González, y un dedo tocó mi hombro, era ella. Estaba claro que vendría, ya que sino no lo estaría contando. Mi corazón y mi cuerpo giraron sobre si mismos y de mis labios salieron unas palabras de asombro ¡Viniste! Ella sonrió y no dijo nada más.
Cuando nos sentamos en el avión ella me dijo algo que a la vez que me gusto me dejo helado –vaya aventura que nos espera AMIGO. Entonces ya no sabía el que pensar, había dejado a su novio para venir conmigo pero a la vez me llamaba amigo, no dijo mi nombre. Y luego proseguimos hablando de nuestro único nexo de unión, que era su hermano. De el por qué no había querido venir, de cómo seguía queriendo estar con la mujer que le había destrozado la vida. Pero por otro lado eso era meritorio, ya que era una persona que siempre había luchado, contra viento y marea por un amor imposible, que ahora él había conseguido hacerlo realidad.
Entonces ella me dijo las razones por las que había decidido irse, la primera era porque lo había dicho, tanto a su hermano como a mí. Y luego me dijo dos que había sido consecuencia al hablar con su hermano el día antes del vuelo. Estas razones fueron el probar a su novio y el amor que tenía por ella, y la siguiente el no dejarme solo, ya que yo abandonaba lo poco que tenía, y me quedaría muy solo. Y ella continuo diciendo –la soledad es buena de vez en cuando, y en su justa medida, no es bueno abusar de ella, ni usarla cuando hay mucha gente, ya que esa es la más triste condena de la sociedad, estar con gente y sentirse solo. Así pues, nos tendremos el uno al otro.

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Bueno pues parece ser que al final no fue para nada.
Déjame tu opinión. Muchas gracias y hasta la próxima.