Si en efecto, era ella, la camarera, su camarera, la cual, se habia ido casi sin dejar explicación y ahora volvía. Él estuvo casi medio minuto de reloj, mirando por la mirilla de la puerta, y cuando, ella ya se estaba girando para volver a coger el ascensor, el abrió la puerta, y con un tono mal humorado dijo –“¿Cómo es que hoy vienes a casa?¿y encima a la hora de comer?”. Ella se calló, y cuando se dio cuenta que él había acabado de hablar, dijo –“si me dejas pasar te lo explicó”. Él, como de costumbre, le tocó agachar las orejas y dejarla pasar.
Ella entró, ataviada con más enseres de los que llevaba de costumbre, pero daba igual, ya estaba dentro. Se sentaron en el cuarto de estar, y el no le ofreció ci siquiera una Coca-Cola, ella sabía donde estaba todo. Ella comenzó pidiendo disculpas, hasta que llegó el turno cuando ella, le iba a dar las explicaciones, pero él se adelantó y dijo: -“pues yo ayer fui a ver a la mujer de las cartas, necesita verla y que me diese una explicación, necesito la explicación”, ella, echándose a llorar dijo –“mi madre me ha echado de casa, dice que lo que ha pasado en mi vida no lo puede tener bajo su techo, y por eso pensé en ti, eres lo único que tengo en estos momentos para poder seguir para adelante”, un poco más calmada, ya que él la había secado las lagrimas con su dedo, y continuó –“pero tranquilo, lo que tu quieras, si quieres que sólo seamos compañeros de piso me da igual, se que estas indeciso, pese a las ultimas semanas que hemos pasado juntos, pero lo entiendo”.
Él, que siempre sabía quedar bien, o por lo menos era lo que siempre intentaba contestó –“No te preocupes, como tu quieras si durante un tiempo quieres que seamos solo amigos, y así, al llegar a casa a la hora de cenar tendremos un compañero que escuche, y alguien a quien contarles lo duro que ha sido el día, que haga más amenas las noche, cada vez más cortas, ya sea de radio, de libro, o incluso de televisión”, y tras un breve carraspeo, prosiguió –“y así intentare hablar con la señorita del café”. A ella, mientras, él estuviese a su lado lo mismo le daba.
Llegó el viernes siguiente, ella tuvo examen por la tarde (o eso dijo), y él fue a ver si estaba su amada, y allí estaba, tan bella, como siempre, quizá más, serían en esas mechas, que sólo él había sabido reconocer, y al llegar y sentarse en la mesa en que estaba ella, y ver que ella no decía nada, y él se moría por oír su voz melosa, entonces le dijo: -“¿te has hecho algo en el pelo?”. Ella sonrió, y dijo, que no, que había sido hace ya un tiempo, pero como hacía mucho tiempo que no se veían, a ella le gustó, por el mero hecho de que se fijase en ella. Entonces, ella comenzó a disculparse, volviendo a contar la historia que más de una vez, contó al ladronzuelo.
Ella no se sentía tan forzada como creía que lo estaría, la compañía le hacía estar muy relajada, dejarse llevar por la situación. Y entre risas, y algún que otro zuño, se hizo la hora en que él tuvo que marcharse, para recoger a “su compañera de piso” y así se lo dijo a su amada, quien lo acompañó a recogerla, de camino a su casa.
Su camarerita, no llegó a verla, ya que se bajo una manzana antes, habiendo quedado para charlar en el parque de Botero, el mismo donde fraguo la amistad con el ladronzuelo.
Al llegar a recoger a la camarera, estaba lloviendo un poco, así ella le echo una pequeña bronca por haber llegado tarde, pero ahí quedo todo. Al llegar a casa, una tarta encima de la mesa, ¿por qué estaría allí?
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Bueno pues parece ser que al final no fue para nada.
Déjame tu opinión. Muchas gracias y hasta la próxima.